lunes, 22 de abril de 2013


SIN ACNUR, LOS SIRIOS A LA DERIVA.


Fue una de tantas historias contadas con voz queda y gesto comedido, intentando ocultar la emoción del recuerdo para no empañar el relato. El pequeño de tres años caminaba sin rumbo en la oscuridad, hipando y tiritando de frío. Estaba sólo, indefenso y era imposible no acercarse a él, cogerlo en brazos e intentar consolarlo. Había perdido a su familia en medio de los cientos de de miles de personas que avanzaban por las montañas nevadas en busca de un refugio al otro lado de la frontera. Aterrado y en estado de shock no recordaba ni su nombre. Tuvo suerte, un joven lo vio, lo recogió y lo cuidó hasta que, meses después, logró encontrar a su familia. Decenas de miles de niños, ancianos y enfermos incapaces de avanzar se dejaron caer en las cunetas, desamparados en la noche, a la intemperie, sin mantas y sin comida.

            Por fortuna, algunas ONGs, entre ellas ACNUR, lograron llegar hasta ellos y asistirlos. Eran los míos, pero también los suyos, en definitiva, los nuestros: kurdos iraquíes, afganos, bosnios, guatemaltecos, saharauis, sudaneses, etc… personas como nosotros que, a causa de un desastre natural, un conflicto armado o la represión política se ven obligados a dejar sus hogares para salvar la vida.

            Hoy la crisis azota a ACNUR cuando el número de refugiados no deja de crecer, si en 1994 era de 27 millones, en 2010 alcanzaba los 34. Con una deuda de 51 millones de dólares se ha visto obligada a abandonar Gaza y en breve tendrá que dejar de auxiliar al más del millón de sirios refugiados en el exterior – según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Gutierres[1], los desplazados dentro de Siria llegan ya a los cuatro millones y también es precaria la situación del medio millón de palestinos que se encontraban en ese país -  justo cuando es imprescindible no sólo para evitar una crisis humanitaria sino para impedir que la desesperación agrave más el polvorín de Oriente Próximo.

Jordania ni tiene espacio habilitado suficiente, ni fondos ni recursos materiales para atender la avalancha humana que se hacina en sus campamentos y dada la inseguridad en Iraq los refugiados corren igual o mayor riesgo que en su país. Mientras la Comunidad Internacional no toma medidas eficaces para ayudar a la oposición siria la situación de sus ciudadanos se deteriora de manera irremediable. Y si una guerra es difícil finalizarla, más difícil es recuperar a la población y reconstruir un país porque hay heridas que nada es capaz de curarlas.


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