¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER
ESTO?
Avanza con sus
libros ajados y las libretas recicladas, que su madre ha logrado encontrar, bien apretados contra su pecho. Camina apresurada por las callejuelas llenas de
barro sin levantar la mirada del suelo. No quiere mancharse los calcetines porque
no tienen ni agua ni jabón para lavar la ropa más de una vez a la semana.
Mientras recorre su itinerario habitual, oye los comentarios soeces de algunos
muchachos sin otra diversión que la de acosar a las niñas que se atreven a
abandonar el precario refugio de la tienda familiar. Tropieza con una piedra y,
a punto está de caerse pero, consigue recuperar el equilibrio y sigue andando a
pesar de que se ha hecho daño en un pie. Sabe que se ha roto el calcetín pero
aguanta las lágrimas. Nada la detendrá. Por fin, divisa la tienda - escuela y
puede respirar tranquila, traspasa el umbral de tela sucia y se sienta sobre la
vieja alfombra de arpillera que hace de suelo y pupitre. Está a salvo.