Cuando el 9 de octubre 2009 la Academia noruega,
comunicaba la adjudicación del premio Nobel de la paz a Barak Obama,
a la sazón presidente, casi recién estrenado de Estados Unidos, muchas fueron
las voces críticas a esta decisión. La academia justificó este galardón
manifestando que: “Obama, como presidente, ha creado un nuevo clima en
la política internacional. La diplomacia multilateral ha recuperado una
posición central, con énfasis en el papel que, las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales,
pueden desempeñar. El diálogo y las negociaciones son preferidos como
instrumentos para resolver incluso los conflictos internacionales más
difíciles. La visión de un mundo libre de armas nucleares ha estimulado
poderosamente las negociaciones de desarme y control de armamentos.
Gracias a la iniciativa de Obama, los EE.UU. ahora está jugando un papel
más constructivo en el cumplimiento de los grandes desafíos
climáticos que el mundo afronta. Democracia y derechos humanos han de ser
reformados.”[1]