martes, 26 de agosto de 2014

NO AL ESTADO ISLÁMICO.

En rojo extensión del Estado Islámico
por Siria e Iraq.
Nos iremos de vuestros países cuando os vayáis de los nuestros. 
La frase es lapidaria pero refleja el sentimiento de muchos musulmanes radicalizados que observan sin excesivo dolor, como el terremoto del grupo terrorista Ejército Islámico de Iraq y Levante, ahora, Estado Islámico, ha arrasado gran parte del Creciente Fértil y amenaza el resto. Y los otros musulmanes parece que están anestesiados. De hecho parece que casi todo el mundo está anestesiado. Han pasado tantas cosas, pasan tantas cosas a lo largo de cada día, recibimos tal cantidad de información que somos incapaces de procesarla para separar el trigo de la paja y valorar lo que es realmente importante de lo que es anecdótico.

            Y es que, cualquier asunto que tenga que ver con Oriente Próximo o el Magreb nos produce cansancio con sólo mentarlo. Llevamos décadas de guerras, conflictos, masacres, injusticias y nada parece capaz de cambiarlo, y si lo hace sólo es para peor. Pero, es precisamente, ese cansancio, ese hartazgo lo que ha ido deteriorando la situación hasta límites insospechados hace unos cuantos meses.

En Siria, la dejadez internacional, el anquilosamiento de unas Naciones Unidas burocratizadas, los esfuerzos de EEUU por evitar un enfrentamiento con Rusia – algo que no ha sido posible a la vista de lo acontecido en Ucrania - se han saldado con la entrada de un tercer y odioso jugador que amenaza con arrasar todo el tablero. Y es que el EIIL, no contento con ocupar ya un tercio de Siria, decidió traspasar la frontera e invadir a su vecino. Iraq, sometido a su propio caos desde 2003 ha sido el receptor idóneo de todos los fracasos occidentales en Oriente Próximo y hoy, fragmentado en mil pedazos, es un territorio al que todos miran con pena y remordimiento pero en el que nadie parece querer entrar de nuevo, salvo el EIIL.

No puedo evitar hacer una analogía, con toda la distancia temporal e histórica que existe, con la caída del Imperio Romano a manos de los Bárbaros del norte o del Imperio Abásida a manos de los Mogoles. Hordas de salvajes, depredadores que tenían el pillaje y el expolio como modo de vida, se aprovecharon de la debilidad de civilizaciones muy avanzadas y refinadas que habían olvidado su origen militar. La brutalidad pudo con la cultura, lo mismo que el EIIL está intentado hacer con dos de los países con un patrimonio histórico y cultural más importante del mundo: Siria e Iraq. De hecho el EIIL es como una peste que se apodera de un cuerpo debilitado por otras enfermedades previas. La cura no es inocua. El coste será elevadísimo. Es lo que pasa cuando se tarda tanto tiempo en reaccionar. Y la posibilidad de librarse por completo del virus es bastante remota.

La no intervención de la Comunidad Internacional al inicio de la guerra civil en Siria al contrario de lo que sucedió en Libia ha convertido este país en el caldo de cultivo ideal para que todo cuanto facineroso, maleante, fracasado, amargado e, incluso idealista de buena voluntad hay en el entorno islamista, que no musulmán, se unieran al autodenominado “ejército islámico” aunque no sea más que un grupo terrorista. Porque no podemos confundir a los musulmanes de buena fe con estos canallas que, utilizando el nombre de Allah e interpretando el Corán a su libre albedrío quieren imponer su voluntad por la fuerza. No puede sorprender, por lo tanto, que actúen como les viene en gana, cometiendo todo tipo de tropelías, desde el asesinato de todos aquellos que no son musulmanes sunitas y se someten a su mandato, hasta la venta de mujeres como si fuera ganado. Son el retorno a la peor de las Edades Medias.

Ha sido preciso que miles de inocentes cristianos iraquíes y kurdos yazidíes murieran a sus manos para que la Comunidad Internacional comenzara a reaccionar. El Kurdistán, el territorio que durante décadas se calificó como un nido de terroristas por los gobiernos de Iraq, Irán, Siria y Turquía y del cual las grandes potencias apartaron la vista en aras a mantener la estabilidad de estos países, ahora es el único cobijo posible para más de dos millones de refugiados. De momento, es verano y cualquier techo es suficiente para estas personas pero, el invierno no tardará en llegar y las temperaturas bajo cero, la nieve y la escasez de alimentos amenaza con una nueva crisis humanitaria al pie de los Zagros.

Millones de personas no pueden esperar a que los gobiernos de los diferentes países encuentren la “justificación” política adecuada para enviar ayuda militar eficaz contra el EIIL. Nadie quiere meter “botas” en el terreno iraquí pero, a la vista de la imposibilidad de acuerdo en el gobierno de Baghdad, o se actúa ya, rápido y de manera contundente o tendremos una guerra eterna al estilo libanés.

Los peshmergas kurdos de Iraq, Irán y Siria hacen lo que pueden, de hecho son los únicos que están haciendo algo, para frenar el avance del EIIL y reconquistar localidades pero es como intentar frenar el mar con un muro de arena. Carecen de equipamiento militar pesado, sus líderes no están preparados para la guerra en campo abierto y hay mucha descoordinación entre las diferentes facciones. Los ataques aéreos selectivos de EEUU son sólo un parche. Nadie quiere afrontar que la verdadera lucha deberá librarse en las calles de las ciudades donde se parapetan los fanáticos del EIIL. Porque recuperar la presa de Mosul es un hito importante pero, ¿qué pasa con la ciudad de Mosul y todas las demás?

Y Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos siguen con el “business as usual” como si ninguno de estos dramas vayan con ellos. Y es esta “normalidad”, este silencio casi absoluto, esa oscuridad tan intensa llama mucho la atención. Porque su silencio sólo es la demostración más palpable de su culpabilidad.

El EIIL está apoyado económicamente por Arabia Saudita, los EAU y Qatar, países que prefieren la opresión del caos fundamentalista al orden de dictaduras laicas o no tan islámicas, países que están dispuestos a sacrificar a decenas e incluso cientos de miles de personas para no perder influencia frente al chiísmo de Irán. Mientras el Gran Mufti de Arabia Saudita condena al Estado Islámico, fondos privados saudíes llegan a sus arcas a través de Kuwait[1]. Y, así, sirios e iraquíes están viviendo un infierno que amenaza con extenderse a todo el entorno y llegar a nuestras casas. El asesino del periodista Foley lo expresó con claridad: se sienten moralmente autorizados para atacar fuera del territorio que han conquistado.

Nadie quiere decirlo porque no es “políticamente correcto”, porque no queda bien pero, en ocasiones, las circunstancias obligan a actuar de manera contraria a nuestros principios en aras a un bien mayor: la supervivencia y la paz. La violencia nunca soluciona los problemas y la violencia sólo engendra más violencia  pero, ¿qué otra opción queda contra el EIIL? O luchamos contra ellos o nos sometemos. No hay otra alternativa. Hasta Bashar al Asad es consciente de ello, tanto que está dispuesto a permitir ataques aéreos desde su territorio.



             




http://www.nytimes.com/2014/08/23/opinion/isis-atrocities-started-with-saudi-support-for-salafi-hate.html?_r=0

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