Mientras en los múltiples frentes de batalla se derrama a
mares la sangre de los sirios que luchan por su libertad contra los fieles al
gobierno, se suceden los foros de encuentro entre las diversas facciones de la
oposición para preparar la cumbre de Ginebra del próximo día 22 de enero. Si el
9 y 10 de enero, el gobierno español actuaba de anfitrión para un primer
encuentro en Córdoba, al objeto de colaborar en una búsqueda de puntos de unión
de todos los grupos disidentes, pocos días después, se encontraban, en París,
los ministros de Asuntos Exteriores de los “once” Países Amigos de Siria – a
saber, Alemania, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Estados
Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Jordania, Qatar y Turquía – para establecer una política común de
actuación y reafirmar una serie de compromisos para eliminar las dudas de la
oposición, incluyendo la salida del poder del presidente Bashar al Asad[1].