Para aquellos que todavía no lo sepan, el Kurdistán, la
tierra de los kurdos, es una extensión geográfica de, al menos 400.000 Km2 –
España tiene unos 500.000 Km2 – a lo largo de las cordilleras montañosas que
vertebran las fronteras naturales entre los estados de Irán, Iraq, Siria y
Turquía y tiene una población estimada – puesto que los países que lo gobiernan
han hecho todo lo posible por impedir censos – de unos cuarenta millones de
personas. Sus ancestros se remontan a tiempos prehistóricos – como atestiguan,
por ejemplo la cueva de Shanidar y el yacimiento arqueológico de Jarmo en Iraq,
Gobelki Tepe en Turquía, etc. - y
estudios llevados a cabo por genetistas de prestigio los califican como uno de
los tres pueblos autóctonos más antiguos de Oriente Próximo junto con los
arameos y judíos.