El arma más poderosa en cualquier guerra es el miedo: el
miedo a una agresión, el miedo a perder a los que queremos, el miedo a ser
privados de lo que poseemos, el miedo a morir, el miedo a caer heridos, el
miedo al dolor, etc. El miedo es lo que ha impulsado, desde el comienzo de la
historia, a cada grupo humano a protegerse de todos los modos posibles. En las
civilizaciones primitivas se buscaban emplazamientos elevados, de difícil
acceso y bien fortificados. Con el tiempo, la formación de ejércitos bien
entrenados, disciplinados y con buen equipamiento se convirtió en uno de los
mejores instrumentos de disuasión.