Hay
tantas causas abiertas en el mundo que requieren atención e inversión que
intentar defender cualquiera de ellas puede resultar una tarea titánica. Porque
ya no se trata de argumentar por qué un grupo u otro requiere nuestro apoyo y
nuestros recursos, ya no se trata de justificar la justicia e imperiosidad de
una necesidad que cubrir, ni siquiera se trata de apelar a nuestro sentido de
la humanidad y la solidaridad, se trata, simplemente, de escoger algo que nos
convenza o nos llene para volcar en ello nuestro interés, nuestro esfuerzo si
es que tenemos el tiempo, la energía y los recursos para hacerlo. Y elegir
nunca es fácil. ¿Por qué favorecer a esta persona sobre otra? ¿Por qué este
problema merece más atención que aquel otro?