jueves, 19 de marzo de 2015

EMERGENCIA HUMANITARIA DE LOS REFUGIADOS EN EL KURDISTÁN.

Niño refugiado en un campamento en
del Kurdistán.
Fuente: Kurdistan Safe The Children.
Hay aniversarios que sería mejor no tener que recordar. Hay fechas que, en lugar de traer esperanza para el futuro sólo nos hacen constatar lo lejana que se halla la solución a nuestros problemas. Hay días en los que mirar el calendario sólo hace que se nos salten las lágrimas. Y lo que llevamos del mes de marzo se está llevando la palma a la triste memoria de los desatinos de la humanidad en Oriente Próximo.


         Cuando los medios de comunicación, se hacen eco, por fin, de los eternos cuatro años de guerra civil en Siria, no muy lejos de este país, justo al otro lado de la frontera oriental, en el Kurdistán, se conmemora el que, quizás, ha sido el capítulo más aciago, - y eso que la trayectoria de esta comunidad no es precisamente feliz - , de la historia contemporánea: el bombardeo con armas químicas de la pequeña localidad de Halabja y sus alrededores del 16 al 18 de marzo de 1988. El saldo de 5.000 muertos y 7.000 heridos no se corresponde ni con el dolor causado ni con las secuelas con las que viven miles de personas. Sin superar los traumas de la masacre provocada por la campaña de Anfal en la década de los ochenta, en marzo de 1991, aprovechando la debilidad del gobierno tras la Guerra del Golfo, los kurdos en el norte y los chiítas en el sur se levantaron contra el gobierno de Saddam Hussein con la esperanza de poder derrocar al tirano. El miedo a lo que un vacío de poder pudiera ocasionar en Iraq, retrajo el imprescindible apoyo de la coalición internacional, lo que supuso que el carnicero de Baghdad con ayuda de sus leales reprimiese, de manera brutal, tanto a kurdos como chíitas. 

        Los kurdos, una vez más se vieron obligados a buscar refugio en su único aliado: las montañas. Millones de personas tuvieron que recorrer kilómetros por las laderas nevadas ante el avance de las tropas iraquíes. Irán les abrió la frontera, Turquía no, el resultado fue que decenas de miles murieron en esta marcha desesperada.

         Décadas después y, paradojas del destino, es el Kurdistán iraquí el que acoge a cientos de miles de refugiados sirios, y desplazados yezidíes, cristianos y sunnitas que se han visto obligados a huir de sus hogares como consecuencia de la Guerra Civil Siria y, sobre todo, de los ataques y tropelías de Daesh en el norte de Iraq. Una marea humana imposible de atender con los menguados recursos del Gobierno Regional del Kurdistán – GRK en español y KRG en inglés – ante los retrasos en los pagos que el gobierno de Baghdad debe realizar por la cuota de petróleo kurdo.

         Las cifras oficiales del Gobierno Regional del Kurdistán señalan que la población del Kurdistán iraquí alcanza los 5.2 millones de habitantes[1]. Dar una cifra, aproximada, de los refugiados en el Kurdistán, no es posible. No sólo por el movimiento de los refugiados de un campamento a otro, sino por el constante goteo de personas que cuando logran huir de su localidad buscan cobijo en el Kurdistán. Si en septiembre del 2014, apenas tres meses después de la invasión de Daesh, se calculaba que los refugiados en el Kurdistán iraquí ascendían a 1,4 millones de almas, y en diciembre se afirmaba que ya eran 2 millones, hoy se estima que se esa cifra ya supera los dos millones y medio[2]. Es decir que, en un territorio de poco más de 40.000 kilómetros cuadrados, la población ha aumentado en un 50%. 

      Los kurdos son muy generosos, pocos pueblos han sufrido tanto y se han visto obligados a huir para convertirse en refugiados pero carecen de recursos suficientes para atender a tanta población. La situación es desesperada, se necesita mucha ayuda de todo tipo. !No hace falta ser muy listo para calcular el esfuerzo que supone alimentar, suministrar agua potable, proveer los servicios sanitarios, educativos y de infraestructuras básicos a dos millones y medio de personas¡ 

         Las ONG’s que proveen de asistencia a estas personas, distinguen, inicialmente, a dos grupos: los desplazados internos y los refugiados externos. Si no he contado mal; en el GRK, hay 26 campamentos destinados a los desplazados internos, 8 para refugiados extranjeros y 7 más en construcción, en total 41 campamentos. Se desconoce la cifra total de personas que malviven en el entorno de las ciudades y pueblos.

         Según el informe de situación número 34, de febrero de este año, redactado por OCHA – United Nations Office for the Coordination of Humanitarian Affairs - [3] de los casi dos millones de beneficiarios planificados – es decir de los refugiados y desplazados internos -, esta organización sólo había podido proveer alimentación al 80%. El hacinamiento de tantas personas sin las mínimas condiciones higiénicas está haciendo que enfermedades como la hepatitis B o la leishmaniasis se extienden por el Kurdistán con la consiguiente alerta sanitaria que supone.

         Y si precaria y difícil es la situación de los refugiados, en general, mucho peor es la de los huérfanos. Niños y adolescentes de todas las edades que han perdido a toda su familia y, que, en muchos casos, al tener que huir de manera precipitada carecen de documentos que puedan servir para identificarles. Hay un sin fin de criaturas que necesitan ayuda, muchas son susceptibles de ser acogidas temporalmente e, incluso, adoptadas pero, la burocracia y el desconocimiento impide que se pueda llevar a cabo.

     
Las gemelas huérfanas Dema y
Dena Kudeda Khalaf.
Fuente: Kurdistan Safe The Children
    Me han comentado, entre otros, el sangrante caso de los 8 hermanos Kudeda Khalaf, quienes perdieron a sus progenitores en Shangal a manos de Daesh. El hermano mayor de 19 años y la siguiente de 18 años cuidan, como pueden de toda la familia. Las pequeñas son gemelas y se llaman Dema y Dena. A fecha de realización de la foto se encontraban en un campamento en Zakho, atrapados entre la burocracia que impide la adopción y que no da esperanzas a los mayores de obtener la ayuda que necesitan.

         Estos huérfanos y todos los refugiados, son otro de los efectos directos que la barbarie de Daesh ha provocado en Iraq. El GRK hace lo que puede pero sus recursos son limitados, sobre todo, teniendo en cuenta las dificultades que pone el gobierno de Baghdad para pagar la cuota por la producción de petróleo en el Kurdistán. El despliegue de tantos efectivos peshmerga para proteger la región y hacer frente a Daesh también supone una sangría importante de dinero.

         La Comunidad Internacional sólo reaccionó ante la amenaza de Daesh tras los atentados de Francia, Dinamarca y ahora Túnez. La inacción en el caso de la Guerra Civil Siria derivada de las cuestiones de “alta política” entre Estados Unidos y Rusia, la permisividad con el revanchismo del gobierno chiíta de Nuri al Maliki en Iraq y la corrupción de éste ha provocado una crisis humanitaria sin precedentes que debe ser afrontada de manera urgente.

         Luchar contra el terrorismo implica, además de hacer frente a los canallas, atender las necesidades de sus víctimas, como los hermanos Kudeda Khalaf que no pueden ser adoptados por cuestiones burocráticas pero sí pueden languidecer en campamentos de refugiados.

      La emergencia humanitaria es de gran calibre, si no actuamos podemos encontrarnos con un gran desastre difícil de solventar en el Kurdistán, justo, la única zona estable y democrática de la región.
        





[1] http://cabinet.gov.krd/p/p.aspx?l=12&p=214
http://www.aawsat.net/2014/12/article55339821/two-million-iraqi-refugees-in-kurdistan-official
[3] www.unocha.org

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