miércoles, 15 de abril de 2015

YEMEN DECONSTRUIDO.

Fuente: Wikipedia.
Cuenta el Antiguo Testamento que, hubo una época en la que, en esta tierra, se cultivaban las especias más valiosas de la tierra y que su reina, la hermosa Saba, cautivó al rey más poderoso y sabio, el judío Salomón. Cuentan las crónicas que los jardines de Mahrib, la capital de Saba competían en belleza con los que hubo una vez en Babilonia y que, la mítica región de Hadramaut se enfrentó al reino de Saba contra el que perdió, lo que le obligó a explotar sus recursos naturales para sobrevivir. Conquistados y unificados los reinos del sur de la Península Arábiga por el rey Shammar Yuha en el 300, nunca recobrarían su grandeza, ya que, desde entonces, el territorio que hoy conocemos como Yemen, se vio sometido a los sucesivos vasallajes de las diferentes civilizaciones invasoras: los califatos árabes musulmanes a partir del 630, el Imperio Otomano, el Persa, los sauditas, Gran Bretaña…
         Una convulsa historia que, tras la Primera Guerra Mundial y la teórica independencia de 1926, tendría su traslado en la fragmentación del territorio, la región de Asir para Arabia Saudita y Adén bajo el protectorado británico. En 1937, se consolidaría la colonia británica sobre Adén y un protectorado occidental y otro oriental. En 1962, tras el derrocamiento del rey de la zona norte en 1962, se estableció la República Árabe del Yemen. Al poco tiempo se iniciaría la primera guerra civil en el país, entre los nacionalistas que seguían la ideología de Nasser y los leales al rey Mohamed al Bader, a quien los primeros habían depuesto. Este enfrentamiento duró hasta 1970.
Mientras, en el sur, las diferentes regiones se levantaron contra el protectorado británico en 1963, logrando que éstos abandonaran definitivamente Adén en 1967. Ese año, el sur de Yemen, declararía su independencia con el nombre de la República Popular del Sur de Yemen, nombre que cambiaría, dos años después, con la llegada de los marxistas, por el de la República Popular Democrática del Yemen.
Fuente: Wikipedia.
Pese a las guerras civiles que vivían la República Árabe del Yemen, es decir, Yemen del Norte y la República Popular Democrática del Yemen, o lo que es lo mismo, Yemen del Sur en sus territorios, las relaciones entre los dos países fueron amigables hasta que un conflicto fronterizo en 1972 provocó el inicio de hostilidades entre ambos. En 1979 se logró llegar a un acuerdo de reunificación que, sin embargo, no cristalizaría hasta el 22 de mayo de 1990, la misma fecha en la que el Teniente Coronel Ali Abdullah Saleh accedió a la presidencia del Yemen[1].
Una reunificación que, sin embargo, se vio interrumpida hasta 1994 hasta que el norte impuso su dominio sobre el sur.
En este contexto de inestabilidad estructural, y difícil, cuando no imposible control total del territorio por las fuerzas militares, de influencia de los movimientos políticos y sociales de la Península Arábiga y el Cuerno de África, y la llegada de trabajadores y refugiados, Yemen se convirtió en el terreno ideal para el asentamiento de campos de entrenamiento de células terroristas[2]. Inmersos en sus enfrentamientos internos, los yemeníes estaban lo suficientemente distraídos o se sentían incapacitados o, quizás, simpatizantes con su ideario, no se ocuparon de lo que sucedía en lugares remotos y de difícil acceso. Así, el embrión de Al Qaeda, fundado en 1984 por Osama bin Laden y Abdullah Azzam bajo el nombre de “Oficinas de Servicio” en Peshawar, Pakistán, no tardaría en trasladarse al Yemen.
Aunque ya se habían producido atentados con anterioridad tanto en el Yemen como fuera del país con terroristas entrenados en su territorio, se cree que, en 1998 apareció un factor de agravamiento exponencial con la insurgencia de Al Qaeda. Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, este país fue elevado a la categoría de foco terrorista para el resto de la Comunidad Internacional.
Con casi ningún otro recurso que los magros ingresos obtenidos de la explotación de algunos yacimientos de petróleo en el sur del país, con una pobreza endémica, con una corrupción rampante, con una opresión política y social terrible, tras el inicio de la protestas del pueblo tunecino, los yemenitas comenzaron a salir a la calle en enero de 2011. Lejos de lograr que las manifestaciones cesaran, su brutal represión y la negativa del presidente Saleh de abandonar el poder y convocar unas elecciones democráticas, provocaron que los opositores iniciaran una insurrección que apoyaría la federación tribal Hashid, una de las más poderosas del país. Pese al grave atentado contra la vida del presidente Saleh en junio de ese año, el gobierno se mantuvo firme en su negativa a negociar con la oposición y sólo la mediación de Arabia Saudita y el Consejo de Cooperación del Golfo lograrían que se llegara a un acuerdo por el cual Saleh renunció al poder a cambio de inmunidad.
La elección de Abdu Rabbo Mansur al Hadi, el 21 de febrero de 2012 y la promesa de cambios constitucionales y mejoras económicas apaciguaron los ánimos durante un tiempo, hasta que se hizo evidente que nada cambiaba en el país y que la represión volvía a cobrar virulencia.
Mientras tenían lugar estos acontecimientos, en la zona norte del país, fronteriza con Arabia Saudita, seguía dirimiéndose un levantamiento tribal por parte de los Houthis[3], pertenecientes a la secta Zaidi, una variante chiíta, afín a Irán y, contraria a la sunnita mayoritaria en la Península Arábiga. La insurrección Houthi ya se había iniciado en 2004[4] y siguió activa hasta que en agosto de 2014 se recrudeció por las protestas de los miembros de esta tribu contra la reducción de los subsidios al combustible.
Como ya comenté en un artículo anterior de este blog, los houthis defienden que sus acciones son para luchar contra la expansión del salafismo en Yemen y por la defensa de su comunidad frente a la discriminación generalizada que sufren desde el gobierno central. Los houthis colaboraron con la Revolución Yemení de 2011 y formaron parte de la Conferencia Nacional para el Diálogo pero, al mismo tiempo, aprovecharon la inestabilidad del país para ir haciéndose con territorio. Así, se apoderaron de su gobernación de origen, Saada y después las vecinas Jawf y Hajjah.
El 21 de septiembre de 2014 los Houthis se hicieron con el control de la capital y para enero de este año, tras un ataque al complejo presidencial, el Presidente Hadi y su gabinete dimitió en pleno. El avance Houthi ha sido tan espectacular que los vecinos temerosos de un vuelco en la situación han decidido actuar.
Así, con la excusa de que los Houthis se habían hecho con el poder de manera ilegal en el país, - cuestión que es cierta -, una coalición internacional liderada por Arabia Saudita inició una campaña de bombardeos en marzo de 2015, con el original nombre de “Operación tormenta decisiva”. Obviamente, a Arabia Saudita lo que, de verdad, le interesa no es que los yemeníes restauren su democracia, sino que el gobierno que dirija al país, sea estable y sunni. Arabia Saudita, como custodia de los lugares santos del Islam, aspirante a encabezar la comunidad musulmana del mundo, no puede aceptar que su máximo rival Irán, logre establecer un gobierno chiíta en Sanaa.
Yemen se ha convertido así, en el nuevo campo de batalla entre sunníes y chíitas, entre tribus rivales del norte y del sur, entre el desestructurado gobierno oficial y las diversas facciones terroristas islamistas que se han hecho fuertes en el sudoeste del poder, - entre otras, Al Qaeda de la Península Arábiga y Ansar al Sharia -, y entre las diversas facciones terroristas también.
Yemen, esa entelequia de frágil cohesión durante las dos últimas décadas, la última frontera de Oriente Próximo, ahora sólo es la sombra de un proyecto al que la Comunidad Internacional no quiere ni mirar: un Yemen deconstruido.





[1] Tras una carrera política en el partido del Congreso General del Pueblo, del cual era presidente desde 1982.
[2] http://www.terrorismanalysts.com/pt/index.php/pot/article/view/292/html
[3] En español debería transcribirse como "Huzi" pero en este artículo mantendremos la transcripción inglesa para no confundir al lector. El movimiento Houthi comenzó como la Juventud Creyente (JC), fue fundado en 1992 en la Gobernación de Saada por un miembro de la familia Houthi. No sé sabe a ciencia cierta si fue por Muhammad al-Houthi o por su hermano Hussein al-Houthi. La Gobernación de Saada se encuentra en el extremo noroccidental de Yemen y es fronteriza con Arabia Saudita.
[4] La relación de los Hutís con Saleh siempre han sido ambiguas, así, si por una parte, desde 2004 a 2010 se desarrollaron seis campañas bélicas, el anterior presidente no dudó en aliarse con ellos para hacer frente a sus oponentes políticos, así que no es de extrañar que, ante la posibilidad de que los Hutís llegaran al poder, Saleh los ayudara.

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