Cuando en 2004 el ex – imán de Fuengirola, Mohamed Kamal
Mustafá, fue condenado por un delito de incitación a la violencia por razón de género
tras haber publicado un libro titulado La
mujer en el Islam, en el que, entre otras lindezas, explicaba como pegar a
la mujer sin dejar huellas, y fue condenado a quince meses de prisión,
cumpliendo sólo tres semanas, el caso pasó a engrosar el anecdotario de micromachismos sin más trascendencia. Cuando el imán melillense, Malik ibn
Benaisa, en una conferencia afirmó que la mujer que usa perfume es una
fornicadora, su comentario sólo fue interpretado como un anacronismo propio de
un religioso y, por lo tanto, no susceptible de imputación.