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Cuenta el Antiguo Testamento que, hubo una época en la que,
en esta tierra, se cultivaban las especias más valiosas de la tierra y que su
reina, la hermosa Saba, cautivó al rey más
poderoso y sabio, el judío Salomón. Cuentan las crónicas que los jardines de Mahrib,
la capital de Saba competían en belleza con los que hubo una vez en Babilonia y
que, la mítica región de Hadramaut se enfrentó al
reino de Saba contra el que perdió, lo que le obligó a explotar sus recursos
naturales para sobrevivir. Conquistados y unificados los reinos del sur de la
Península Arábiga por el rey Shammar Yuha
en el 300, nunca recobrarían su grandeza, ya que, desde entonces, el territorio
que hoy conocemos como Yemen, se vio sometido a los sucesivos vasallajes de las
diferentes civilizaciones invasoras: los califatos árabes musulmanes a partir
del 630, el Imperio Otomano, el Persa, los sauditas, Gran Bretaña…