domingo, 10 de enero de 2016

ORIENTE PRÓXIMO 2016, PRONÓSTICO RESERVADO.

He iniciado y borrado este artículo en varias ocasiones y no ha sido ni por falta de inspiración ni de tiempo, aunque éste sea cada vez más escaso. Tampoco se ha debido a no encontrar un tema que comentar, por el contrario, ha sido la incesante sucesión de acontecimientos la que ha impedido que remate un texto sin que su contenido resulte obsoleto. Eso es lo que sucede cuando se intenta hacer comentarios sobre la actualidad.

         En cualquier caso, me gustaría iniciar este comentario deseando, de corazón, a todos mis lectores un Feliz y Próspero Año Nuevo, y al resto del mundo cierta cordura para encauzar la deriva en la que nos encontramos. Sé que mis sentimientos serán compartidos por la mayoría aunque, la realidad que nos rodea hará que la segunda parte de mi deseo sea totalmente utópico. 2016 se presenta, aún más oscuro y tenebroso que 2015, al menos, para esa parte del planeta a la que suelo dedicar mis escritos: Oriente Próximo.

         Un rápido vistazo a la situación actual no permite alentar atisbos de mejoría ni a corto ni a medio plazo. Lejos de haberse solucionado los conflictos en marcha, se están abriendo brechas que, de no cerrarse rápida y efectivamente, acabarán por generar otros, o mejor dicho, harán estallar los que llevan décadas latentes. Como una tela hecha jirones a la que se pretende coser un remiendo y se rasga por más sitios. Recorramos pues, los lugares más “conflictivos” de la zona, a saber, Iraq, Siria, Libia, Yemen, Arabia Saudita e Irán.

         En primer lugar, los avances del ejército iraquí en la recuperación de la ciudad de Ramadi[1], aún cuando no ha sido liberada del todo, no pueden ocultar la magnitud del territorio de ese país, todavía en manos de Daesh. Cierto que la provincia de Al Anbar, de la cual es capital Ramadi, es una vasta inmensidad, en su mayoría desértica, pero el tercio norte del país no. Así, hay que recordar que Mosul, la segunda ciudad más importante de Iraq, con una población estimada de dos millones de habitantes antes de la invasión terrorista en junio de 2014, sigue en manos de los fanáticos y que todo el territorio que la rodea, salvo las zonas bajo mando kurdo, también.

El hecho de que el gobierno iraquí haya sido capaz de entender que, tras la “liberación” de las zonas de mayoría sunita, éstas deben de ser controladas por un ejército integrado por personas de esa confesión es un avance considerable. No hay que olvidar que, muchos de los estrategas de Daesh son antiguos miembros del ejército de Sadam Hussein así como ex - funcionarios de la Administración del estado. Los primeros fueron defenestrados como consecuencia de la invasión de 2003. Un craso error. Muchos miembros de la policía y el ejército, pese a haber jurado lealtad al régimen no eran adeptos al Baaz sino profesionales que desempeñaban su trabajo para ganarse la vida. Los segundos fueron despedidos de manera masiva tras la marcha  de los norteamericanos quienes habían advertido sobre la importancia de mantener tranquilos a los sunitas. El Primer Ministro iraquí de aquel momento, Nouri al Maliki se dejó llevar por el revanchismo chiíta, algo comprensible tras siglos de opresión pero, poco sensato. Como reacción, los antiguos miembros de las fuerzas de seguridad del estado, verdaderos conocedores del terreno, los funcionarios privados de su trabajo y sustento, junto con las tribus sunitas marginadas se aliaron a Daesh de confesión sunita, sin tener en cuenta ni su fanatismo ni sus objetivos. Daesh ofrecía trabajo, sueldo y la recuperación de la autoestima: incentivos difícilmente rechazables en el Iraq democrático.

         En Siria, la situación, si cabe es aún peor. Desde que se iniciara la guerra civil en 2011, la vida de los civiles se ha convertido en una sucesión de pesadillas de las que sólo pueden liberarse muriendo o huyendo del país. Las personas que están bajo el dominio de Daesh viven sometidas a un estado de terror permanente por la aplicación absolutamente irracional de la Sharía y por los bombardeos internacionales. Los civiles atrapados en las zonas bajo control rebelde todavía están peor, asediados por las tropas de Bashar al Asad y sus aliados y bombardeados por los rusos e iraníes. Es absolutamente comprensible que los sirios intenten escapar de una ratonera tan cruel que no tiene visos de desaparecer ni a corto ni a medio plazo.

Los esfuerzos diplomáticos, demasiado lentos en arrancar, parece que están logrando acercar posturas sin que las actuaciones sobre el terreno hayan cesado en ningún momento. Pero, mientras se debate en lujosos hoteles suizos si el gobierno de Bashar debe de estar representado o no en las negociaciones, mientras se decide qué grupos rebeldes son patriotas y cuáles terroristas, mientras se determina el peso de Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, Irán y China en la dirección de los debates, la gente normal, los niños, las mujeres, los hombres y los ancianos mueren de hambre, frío, enfermedad o intentando cruzar el mar Mediterráneo[2].

         Un tercer escenario de enfrentamientos se encuentra en la frontera norte de Siria e Iraq, donde el ejército turco tiene licencia para disparar a todo ser humano que se cruce en su camino en las ciudades kurdas sometidas a su severo toque de queda desde hace semanas. Se calcula que han fallecido más de doscientos civiles a manos del ejército y se desconocen las cifras exactas de detenidos sin asistencia jurídica. Y es que, Erdogan ha lanzado una durísima campaña contra los kurdos en su desesperado intento por acallar el éxito democrático y electoral del partido pro-kurdo HDP que en las dos convocatorias del año pasado superó el umbral necesario para establecer un grupo propio en el parlamento.

Como consecuencia de ello y, aunque no ha trascendido a los medios de comunicación internacionales con la intensidad que merece, debido, obviamente, a los intereses que subyacen en la relación con Turquía, por ser aliado de la OTAN y, por, supuestamente, contener las hordas de refugiados que quieren entrar en Europa, lo cierto es que las ciudades kurdas de Cizre, Sur y Silopi se encuentran asediadas por las tropas turcas desde hace semanas[3].

Con la excusa de llevar a cabo operaciones antiterroristas contra Daesh, Erdogan rompió la tregua pactada con el PKK[4] al atacar no sólo a sus enclaves en las montañas, incluido el territorio iraquí lo que supone una vulneración del territorio de otro país, sino que se ha dedicado a acosar y asediar a las poblaciones civiles con el claro objetivo de presionar a los kurdos para que delaten al PKK y abandonen su apoyo al HDP[5].

         Más hacia el oeste, en Libia, se redoblan los esfuerzos para que el acuerdo inicial de paz firmado a mediados del mes de diciembre del año pasado se implemente a la mayor brevedad posible.[6] No se trata, únicamente de intentar la reunificación del país y la pacificación de las facciones enfrentadas, sino, sobre todo, de unir esfuerzos para evitar que Daesh siga ocupando territorio y haciéndose con el control de Libia. La petición de ayuda del Primer Ministro libio, Fayez al Sarraj, desbordado por un enemigo que avanza por toda la costa y se ha hecho con el control de importantes localidades productoras es una clara muestra de la necesidad de afrontar este otro escenario bélico en la orilla meridional del Mediterráneo[7].

         Por último, es preciso mencionar la importante batalla que los países que pretenden liderar la comunidad musulmana están desarrollando de manera larvada desde hace décadas y que ahora están empezando a aflorar. Así, la aparición de Daesh no es, entre otras cosas, sino la reacción del extremismo sunita hacia la toma del poder en Iraq por parte de la mayoría chíita y la clara inclinación del gobierno de Baghdad hacia Irán.

Por una parte, el apoyo de Turquía a Daesh se enmarca en su lucha y rivalidad contra el régimen, teóricamente, laico de Bashar al Asad, apoyado, como no podía ser de otra manera también por Irán. Por otra parte, la intervención de Arabia Saudita en la guerra que los rebeldes hutíes, – de confesión chiíta – están llevando a cabo contra el gobierno yemení sunita, es otra muestra de la vocación del reino árabe por tomar posiciones de liderazgo, con la excusa de la rivalidad religiosa.

         La ejecución en Arabia Saudita de una cuarentena de personas, entre ellas, el líder religioso chiíta, Nimr Baqr al Nimr[8], ha roto las barreras invisibles que, hasta el momento contenían un agravamiento de la tensión con Irán. El asalto a la embajada saudita en Teherán ha supuesto que Arabia Saudita rompa relaciones diplomáticas con el país persa[9]. Un agravamiento de la tensión que, probablemente, se quede en una guerra dialéctica mientras, como consecuencia de en esta loca y absurda carrera por el dominio político y militar de Oriente Próximo, la región sigue fragmentándose en una guerra de taifas sin visos de solución.  


        
        





[1] http://www.abc.es/internacional/abci-ejercito-iraqui-anuncia-liberacion-total-ramadi-daesh-201512281216_noticia.html
[2] http://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2015/12/18/acuerdo-potencias-sobre-resolucion-apoyo-proceso-siria/00031450468892998678488.htm
[3] http://izquierda-unida.es/node/16026
[4] PKK – Acrónimo del Partido de los Trabajadores del Kurdistán - considerado una organización terrorista por Turquía.
http://www.economist.com/news/middle-east-and-africa/21659870-truce-between-turkey-and-kurdish-militants-over-turkey-and-kurds
[5] HDP – Acrónimo del Partido Democrático de los pueblos.
http://www.gatestoneinstitute.org/7122/turkey-assault-kurds
http://www.dw.com/en/turkey-re-imposes-curfews-on-kurdish-cities/a-18712329
http://www.bbc.com/news/world-africa-35121414
[7] http://www.ibtimes.co.uk/isis-libya-daesh-battles-over-ports-capable-exporting-23m-oil-every-day-1536400
[8] http://internacional.elpais.com/internacional/2016/01/02/actualidad/1451729416_682709.html
[9] http://www.vox.com/2016/1/4/10708682/sunni-shia-iran-saudi-arabia-war

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