Cuando se da a conocer la noticia de que ha tenido lugar un atentado terrorista lo
primero que preocupa es saber si la familia y los amigos están bien. Yo no
tengo familia en Bélgica pero sí una amiga y toda su familia, pese a ello, dada
la movilidad actual de las personas y sabiendo cuán viajeros son mis parientes
no pude evitar hacer unas llamadas para asegurarme. Mi familia bien, mi amiga y
su familia bien. Uf, respiras y entonces te giras para buscar compatriotas… algún
herido, algún desaparecido, hasta ahora una fallecida confirmada. Y la tristeza
se adueña de tu corazón. Después empiezas a descubrir la magnitud de la
tragedia con las cifras de víctimas y heridos y el recuerdo del dolor por lo
ocurrido hace doce años en Madrid, hace once en Londres, hace unos meses en
París oscurece todo con un manto negro de incomprensión, de dolor, de rabia, de impotencia.